Otoño en el Tiempo

Otoño en el Tiempo
Libro de poesía

viernes, 27 de abril de 2012

Kafka


Anoche por fin quería dormir temprano, pero una visita me sorprendió y no fue el insomnio.

Vino Kafka a visitarme, traía un escándalo con uno de mis cestos, no sé qué demonios buscaba adentro y no pude evitarlo, encendí la luz y lo vi, de rojo atemorizado.

Temblaba tooooodo su diminuto cuerpecito. No era él, era una cucaracha que soñaba diariamente con ser él. Me contó como había ocurrido aquella famosa transformación, pero le dije que ni se molestará, que yo, ya lo sabía. Pero él insistió, dijo que no lo sabía todo. Así que me convenció, tenía razón, siempre tiene razón. Él sabía lo que le haría, al acabar su historia y continuó.

En realidad, yo tenía tremendas ganas de dormir y sé que él de morir, una vez más. Pero obviamente, se escaparía y no me dejaría asesinarlo, si no lo dejaba terminar de narrar su historia.

Para ser honestos, me quedé dormida por un momento, a eso de la mitad, pero él seguía hablándole al viento, dijo: 'Salí de la coladera frente a tu casa (qué novedad, pensé) ¡somos vecinos! -exclamo. 'Además crucé rápida, agilmente y de puntitas la puerta de la cochera. La verdad que a esta hora, uno no hace ruido - Le interrumpí... Entonces, ¡¡¡¿¿Por qué no me dejas dormir??!!! - Bueno, nuevamente disculpa... Aunque, es la última vez que me disculpo, déjame continuar sino no te vas a dormir NUNCA. - Eso sí me dio mucho miedo y pues me calle.

-En realidad era sigiloso por tu perro Kendo, el requesón. -'Ése no mata ni una mosca' le dije... -En fin, ese cabezón dormía y roncaba frenéticamente... - No, ése era mi papá, se escucha hasta afuera, jeje... - Oh! Sin embargo, las plantas de tus macetas me miraban horrible y cuchicheaban, en realidad corrí y me tope con la puerta de tu casa, se sentía calientito, que me recordaba a mi antigua casa, cuando era hombre y pues me metí.

- ¿Hace cuánto tiempo que dejaste de ser hombre?  Pregunté, y no me di cuenta de que le estaba dando alas...

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Fuego

Era la primera vez que viaja en un dragón rojo, apareció al instante, caminaba rumbo a mi casa y pensé; ¿quisiera saber porque no puedo ser un dragón o por lo menos conocer uno?. Entonces miré al cielo y vi llamaradas de fuego, sentí que el sol era intenso, pero no era el sol, era Mondragón. Mis ojos gemían y mis gafas temblaban de miedo, me las quite y lo saludé, pero él no dijo nada, sólo me invitó a subir - 'Ven, sube, te llevaré a casa'. Esas fueron sus palabras, y extendió sus alas, pero eran taaaaan amplias que al aletear, acabo con algunos automóviles (eso me gustó) e hizo soplar un viento fuerte, haciendo remolinos de basura por todos lados. Por fin, levantamos el vuelo y surcamos el alegre cielo azul de abril, la ciudad galopaba. Había ciclistas de todas las edades, iban algunas veces rápido, otras muy lento, pero cuando había que volar lo hacían, sus alas eran muy pequeñitas, pero mágicas y fuertes, ubicadas en sus tobillos, eran de un blanco impresionante. Mis alas también habían despertado, pero aún eran débiles, no las había estrenado, dicen que sólo un dragón las puede despertar y enseñarte a usarlas.

Esa tarde, las sillas voladores cantaban, sus colores resplandecían. Entonces volé hacia ellas y me senté en todas, saltaban como si tuvieran resortes. Mondragón moría de la risa.

A lo lejos, la espiral ciudad galopaba feroz, su humo no nos alcanzaba, sus ansias no nos tocaban, nos alejábamos de sus fumarolas. Surcando el horizonte mirábamos ballenas plateadas y nos dirigimos hacia ellas. Tuvimos que cruzar amplias carreteras rumbo al sureste. Diminutos bichos de colores exhalaban humo e iban lentamente, ellos dirían que a gran velocidad, aunque yo estoy segura que naaa!

El sol sonreía, amaba nuestro planeta y la vida fluía. Llegamos a las montañas, se estremecían a nuestro paso ¿O será que ya estaban así desde antes que cruzáramos? Quise descender un poco, pero Mondragón me advirtió que eran peligrosas, que el fuego de sus bocas era mucho más destructivo que el de él mismo. Fue mejor continuar nuestro camino.
El día apenas se había encendido, y yo había tatuado mi piel de sombras de otras vidas, ellas me protegían de las llamaradas solares. Iba aprender a mantener el vuelo, nunca he temido a las pesadillas y sé que tendría que atravesar diez pruebas con sus respectivas sombras.

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miércoles, 25 de abril de 2012

Un coco de tantos...

Es curioso que debajo de aquellos árboles de algodón, la camioneta aparcará con más de cinco cerditas, hace taaanto calor afuera, que hasta las jacarandas sueñan y ellas muy metidas allí con ropa... Osh!

Iba a la tienda y llevaba mis lentes a los que les falta un lente, obviamente porque el ingrato, siempre reniega de su condición (de lente... 'probe') y prefiere la lectura. Ajá! Se cree un lente muy sabiondo. Así que lo dejamos en el sillón y nos fuimos a dar el rol mi perro Kendo (cabeza de requesón) y yo.

Y entonces, nos topamos con esas cerditas que reían frenéticamente y no supe por qué, *bla, bla, bla y más bla, bla, bla... * ni idea.

Finalmente al cruzar la banqueta, arranqué un pedazo de la rama, un poco de algodón y seguí mi camino.

De pronto, algo muuuy escandaloso y monstruoso iba dando vuelta por la calle, cual sería mi sorpresa, tuve que cargar y abrazar a Kendo, que aunque no es muy grande sí es muy pesado. ¿Y si se volteará y si nos aplastará Kendo?

Esa monstruosidad es lo que todos conocemos como un trailer-cocodrilo, al que todos tememos y del cual todos huimos 'como bandidos'. Debes de aprenderlo Kendo, porque si te comiera, será muy desagradable ser prisionero de su panza, dicen los que saben, que es horrible allí adentro...



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I [Nicoletta Ceccoli] you


lunes, 23 de abril de 2012

‘Hay un método para el pensamiento, así como un sistema de símbolos que nos confiesan’



Ella - ¿Un espíritu inquebrantable?
Vos – Como una tormenta incontrolable
Ella – Es decir, que no puede ser domesticable y en consecuencia, naturaleza?
Vos – Algo así, aunque es más complejo que eso…
Ella – Sí, entiendo, porque es visionaria y nada le complace tal como está, sobre todo, si todo –valga la redundancia- se mantiene estático.
Vos – Precisamente
Ella – Y, ¿de la vida una constante es el cambio, no es así?
Vos – Sí, la mayoría de culturas sostienen esta premisa
Ella – Entonces ¿está bien ir más allá, porque lo otro es estéril no?
Vos – Así es y porque aún somos muy pocos los que nos atrevemos
Ella - ¿Por qué?
Vos – Porque no es asunto fácil, ¡es fuerte! por la misma complejidad del abismo, del vértigo, del vacío, los limites del alma, representados en la locura y la desesperación…
Ella – ¿Tanto así, no se puede llegar a ver más allá, de otras formas, menos radicales, diría yo?
Vos – No, es preciso caer, la vida es una caída a lo profundo del ser, a sus temores más íntimos y sortear su oscuridad y dolor, para renacer más fuerte, una y otra vez. Los resultados hablarán por sí mismos.
Ella – Pero, ¿hay gente que no ha sorteado esos abismos y ha creado belleza, no?
Vos – Desconozco, entonces no ha vivido. ¿Por qué, qué es sino la vida. Tú has pensado en alguien?
Ella – Honestamente no, dame tiempo. Me gustaría indagar más en este tema.
Vos – Muy bien, no hay prisa…

*Vos no es voz, eres tú.