Y aquí en este mundo de muertos, es el infierno de concreto.
Asfixia los poros de mi cuerpo.
Descompresión, viento.
Hechizos de placer al
medio día, calles colmadas de demonios.
Y yo ansío, besos
El fuego…
Pulque de mis entrañas
Dame paz
Un trago para que las ideas no sigan atormentando
Otro trago, un litro se ha ido
Y también el dolor del pensamiento
Flotamos bajo el sol
Fumando azul
Sombras cruzando la ciudad, mecen los museos mecidos, al
infinito.
Penetran en ellos para esparcirse y desaparecer.
Mi droga, el sol.
Sólo tus piedras húmedas como vaginas, me pueden dar paz.
No quiero ser salvada del delirio
Quiero morir en él
En ti, en ella, en el hechizo de esta melodiosa…
Danza al atardecer
En mi memoria, el vacío.
Y esta soledad embriagante
Infinita como templo
Gente inhalando pegamento
Desfallecidos
Hijos de este
Mi tiempo
Color arcoíris
Gris para el corazón
Azul aquí en el infierno
Naranja para el horizonte
Marino para el firmamento
Allí me quedé tumbada, sobre esas sillas de piedra,
descansando de mi sombra.
Perdida en una bóveda de estrellas, imaginarias, fugaces.
Abrir y cerrar los ojos, la respiración atenta.
Bajo mis pies, tus movimientos.
Te arrastras casi todo el tiempo
Ese ser adolorido que te ronda
Reptando por todos los huecos
Nada ha dicho, todo es un hecho, la muerte y la
desesperación.
Que se notan y deambulan, en el laberinto de la memoria.
Sus presencias son de hierro, tienen su peso, libran
batallas en mi cerebro.
Alguien cruza mi silencio corporal, se hace presente,
omnipresente.
Dos litros más, volver por el asfalto rudo
Nadar bajo el abismo
El ruido multitudinario
Canta
Sus risas vacilan
Curiosas constelaciones
Habitando la oscuridad
Corazones solitarios
Qué más da
Si apetecen, siempre apetecen
Un trago más
Un beso más
Saboreemos el infierno
Una vez más
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