He oído tristezas que anuncia la tormenta
en la radio, en la prensa...
Mis letras no por no dolerse, es que no sientan
se mueven a través de la acción
el dolor se transforma en el corazón
de la sed, del desierto interior.
Trazo ejes entre la pasión y la razón
ese infierno claro, donde arden y se agitan
todos los demonios, todos los fantasmas.
Habito un país que se rompe, un día más.
Cada segundo en que la bota militar, policial, represiva
es todo lo que puede existir, porque aún se piensa así la
palabra: seguridad.
Y pienso, cuánto silencio al respecto
cuánto ruido, cuánto más…
el silencio delata que hace falta
claridad. Porque no se puede desgarrar
el corazón así, ni mancillar la palabra libertad.
Porque no estamos todos, porque faltan los presos.
No concibo hablar de países militarizados, policiacos.
Ni siquiera la palabra Estado, pero sí, de su desaparición.
Quizá porque he visto el futuro y no existen.
Viajamos a la velocidad de la luz, de otro espacio, de otra
luz.
Viajamos descubriéndolo todo, conociéndolo todo, resguardándolo
todo.
Clasificamos en estantes el Universo, una variedad infinita
de colores.
Sí, por otro lado, el planeta viaja a una velocidad
que pocos se atreven a notar, a indagar
y viajan las acciones, y viajan los procesos,
y viaja el pensamiento, después de tanto tiempo.
No todo es lamentarse y llorar…
también se puede ir más allá, que sea constante este pensar.