Estábamos a oscuras
contra la pared
husmeando en los recovecos
de la noche
Seguimos el rastro de él
el silencio bramó.
Una línea de luz
cruzaba por nuestros cuerpos
y la habitación palidecía
estábamos desnudos
conjurando palmo a palmo
los sabores
y la piel
no eras tú
no era yo
Era la noche iluminando
un nuevo corazón
condenado al delirio
en los recovecos
de la habitación
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